Las referencias a la violencia de género se tratan desde dos enfoques complementarios: por un lado, este problema social se identifica como la expresión máxima del patriarcado y del machismo y, por otro, como un hecho social normalizado, al que se le atribuye una escasa importancia, ya que se establece en un orden natural de las relaciones humanas, que se atribuye a predisposiciones naturales o atribuciones internas, y, por tanto, inmodificables (p ej, el agresor es un enfermo).