Durante la segunda mitad del Siglo XX en México, los procesos industriales se modificaron con relación a la elaboración de refrescos. El franquiciante Coca-Cola condicionó a los franquiciatarios mexicanos a construir fábricas con base en características arquitectónicas industriales de la marca. El objetivo de la investigación se centró en develar ese lenguaje corporativo que definió el subgénero arquitectónico de las embotelladoras de gaseosas. Se trata de una interpretación ideológica que los constructores desarrollaron para reproducir la imagen de la empresa.